Resonando con el bienestar
Mar 17
/
José Briceño
Si has leído el artículo “¿Bienestar o estar bien?” ya sabrás que existen diferentes tipos de bienestar: uno instalado en el momento presente y el corto plazo, basado en la búsqueda de sensaciones y emociones agradables y la evitación de las desagradables; y otro que apunta al largo plazo, al futuro que luego será presente, es decir, el bienestar de fondo que tiene que ver con el sentido de la vida, el significado y el compromiso, entre otras cosas. El equilibrio entre ambos tipos, es la clave para construir una vida plena y satisfactoria.
¿Qué predomina más en tu vida? ¿El corto plazo o el largo?
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Este texto da comienzo a una serie de artículos en los que nos adentraremos en la relación entre la música y esos dos tipos de bienestar, es decir, vamos a intentar responder a la pregunta ¿por qué la música nos hace más felices? O, dicho de otra forma, ¿cómo puede la música aumentar el bienestar? Y más concretamente, ¿cómo podemos ser más felices aprendiendo a tocar un instrumento?
Para ello vamos a tomar como referencia uno de los modelos más actuales y contrastados del bienestar: el modelo PERMA, desarrollado por el psicólogo americano Martin Seligman en el año 2011. En él se explican los 5 elementos que más contribuyen al bienestar de las personas y a su florecimiento, según multitud de estudios científicos internacionales y multiculturales:
Para ello vamos a tomar como referencia uno de los modelos más actuales y contrastados del bienestar: el modelo PERMA, desarrollado por el psicólogo americano Martin Seligman en el año 2011. En él se explican los 5 elementos que más contribuyen al bienestar de las personas y a su florecimiento, según multitud de estudios científicos internacionales y multiculturales:
- Positive Emotions: emociones positivas o, mejor dicho, agradables.
- Engagement: compromiso.
- Relationships: relaciones
- Meaning: significado
- Acomplishment: logro
¿Qué opinas? ¿Tiene sentido para ti? ¿En qué nivel tienes cada uno de los componentes?
Antes de desarrollar más el modelo, me gustaría viajar al mundo de la música y del sonido, un mundo intangible pero muy real, formado por vibraciones, ruidos, silencios, melodías, ritmos, armonías... Propongo partir de una visión amplia y profunda de la música, para entender mejor su relación con el bienestar emocional y psicológico; una visión que va más allá de la canción, de los estilos, los gustos, la estructura o la forma.
El movimiento y el sonido son las materias primas con la que se crea la música y es fundamental darse cuenta de que ambos están presentes en la naturaleza y nos acompañan desde antes de nacer, en forma de latidos de corazón y de la voz de nuestra madre; después ya con nuestra propia voz y la de otras personas, cada una son su particular timbre y tono; más adelante, con el ritmo y el sonido del caminar y de otros movimientos corporales… De hecho, ¿qué es el lenguaje sino un conjunto de sonidos articulados con cierto ritmo y musicalidad, a los que otorgamos un significado socialmente acordado? ¿Has pensado alguna vez todo lo que comunicamos sólo con el tono de la voz?
Al aproximarnos a la música y al sonido desde este lugar, somos más conscientes de su profundidad y trascendencia y de la forma en la que están conectadas con la naturaleza, la cultura, la psicología, las emociones, nuestra historia personal y el bienestar.
El sonido es vibración y con determinadas frecuencias todo nuestro cuerpo y sus células se ponen a vibrar en sintonía y se mueven, pudiendo tener efectos agradables o desagradables sobre nuestro bienestar subjetivo. Por lo tanto, resulta fundamental encontrar las frecuencias, los sonidos, los movimientos, los ritmos y las melodías que nos permiten a cada persona resonar con nuestro bienestar y vivir con mayor armonía.
Una vez desarrollada esta visión, podemos volver al modelo PERMA del bienestar y a su relación concreta con la música en aspectos del día a día.
El movimiento y el sonido son las materias primas con la que se crea la música y es fundamental darse cuenta de que ambos están presentes en la naturaleza y nos acompañan desde antes de nacer, en forma de latidos de corazón y de la voz de nuestra madre; después ya con nuestra propia voz y la de otras personas, cada una son su particular timbre y tono; más adelante, con el ritmo y el sonido del caminar y de otros movimientos corporales… De hecho, ¿qué es el lenguaje sino un conjunto de sonidos articulados con cierto ritmo y musicalidad, a los que otorgamos un significado socialmente acordado? ¿Has pensado alguna vez todo lo que comunicamos sólo con el tono de la voz?
Al aproximarnos a la música y al sonido desde este lugar, somos más conscientes de su profundidad y trascendencia y de la forma en la que están conectadas con la naturaleza, la cultura, la psicología, las emociones, nuestra historia personal y el bienestar.
El sonido es vibración y con determinadas frecuencias todo nuestro cuerpo y sus células se ponen a vibrar en sintonía y se mueven, pudiendo tener efectos agradables o desagradables sobre nuestro bienestar subjetivo. Por lo tanto, resulta fundamental encontrar las frecuencias, los sonidos, los movimientos, los ritmos y las melodías que nos permiten a cada persona resonar con nuestro bienestar y vivir con mayor armonía.
Una vez desarrollada esta visión, podemos volver al modelo PERMA del bienestar y a su relación concreta con la música en aspectos del día a día.
José Briceño es Psicólogo y musicoterapeuta, especializado en gestión emocional y crecimiento personal.
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